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EN un territorio de nadie,
abrazados por las sombras,
el beso resolvió
el secreto de los cuerpos.

Asomados a este punto,
donde la herida no duele
las dudas escaparon
pero no las fantasías.

El deseo eligió
la complicada ruta de la piel,
descifrando, sin miedos,
las páginas en blanco de la noche.

La caricia quebró el recuerdo.
Un presente extraño navegaba
en un río desbordado
de preguntas.

Volamos, con la risa y las sombras,
hasta el secreto que retrasa las sorpresas,
ebrios de caricias,
en el aliento de las horas.

Dejando atrás las dudas
en un espacio sin censuras,
los ojos dijeron sí
sin decir nada.

No hubo fronteras
sólo emoción.
Tu ausencia eran barro
de otras lluvias.

Nada es igual, nadie, en ese instante
mezcla de dolor y de lo eterno
que dibuja el placer
con la huella de tu rostro.

No hubo un adiós,
solo
la mirada
de un hasta luego.

Mañana será después,
siempre después,
un oculto verbo
sin fantasías.

Tu distancia ocupó su lugar
en el silencio, un desierto.
Había cielo
en el color de tu vacío.

[ Fragmento del libro: Amor se escribe sin h.]

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