Comienza el libro con la dedicatoria: A mi padre, de quien aprendí a mirar la vida. Y es que este libro tiene como emoción y eje central los sentimientos hacia mi padre, los sentimientos por los que veo llegar lo inevitable a mi ser más querido. Estos sentimientos se reproducen en forma de verso al interpretar el viento, la luz, el agua que pudieran ser los últimos en cualquier instante.
En las cuatro partes de que consta el poemario, intento ir, casi en silencio, por el caudal de la vida, contemplando los accidentes del camino y el final del mismo. Todo ello reflejado en las circunstancias de la enfermedad de mi padre, el durísimo Párkinson, en la difícil espera de la muerte y en el impresionante intercambio de amor y energía entre mi padre y yo.
En esta obra intento transmitir el dolor con suavidad, eliminando la crudeza de esta situación difícil para dejar vía libre a esa mirada con la que mi padre me enseña a mirar la vida. En ningún momento dejo de preguntarme por el porqué de este terrible tránsito de la muerte, de analizar la ternura y el desconcierto que este hecho existencial me produce para aprender de cualquier respuesta por leve que sea. Hay preguntas que no tienen respuesta, aunque es cierto que una pregunta siempre es un paso hacia delante.
Editorial Imcrea. Badajoz.