Se olvidaran las angustias,
habrá perdón en los ojos,
y deseo de escribir
en los trozos rotos
de las horas perdidas.
Y la caricia curará las ausencias.
Un regalo
cuando las voces se vuelven susurro
y las manos giren
al compás del corazón.
[Versos tomados del libro Un concierto de sonidos diminutos.
Harácleion, 2013]