Hace unos años decía Efi Cubero sobre mi libro UN CONCIERTO DE SONIDOS DIMINUTOS.
» Leer poesía, buena poesía, mitiga en parte el dolor y la indignación que pueden causarnos noticias como las que por desgracia nos asaltan con tanta frecuencia.
Acabo de recibir de manos de su autor, de Faustino Lobato Delgado, este precioso libro donde la palabra es mucho; bastante más que música o concierto. Cuatro apartados componen esa partitura de lo cotidiano donde no es ajena la manera sutil en la que el poeta conquista el pensamiento a través del lenguaje, aquí no hay sólo una mera agregación de poemas o elementos aislados, sino un hilo conductor que nos lleva a ese centro donde el amor se adueña de la totalidad de todo.
Ya sea amor físico o espiritual, o la propia búsqueda de esa culminación, una viva corriente envuelve e impregna todo el libro como una inacabada sinfonía.»
NO ERA UN PRODIGIO
No era un prodigio. Era el café de la tarde,
ese instante, entre lo eterno y lo efímero,
que suprime el vacío. Era el mundo entero,
un solemne abrazo, como una puesta de sol.
No era un prodigio. Era el ansia de vivir
que amortaja la impaciencia y la razón,
en los pliegues de la carne.
(De, «Un concierto de sonidos diminutos» Herákleion, Faustino Lobato.)
