A los que sintieron el abrazo del amigo
y ahora viven las ausencias
Esta aburrida costumbre de mirar el cielo
me descubre el maravilloso revés de las nubes,
las formas extrañas que trazan las aves
bajo el nublado.
Y tú ahí, soportando el cielo.
Esta mágica dependencia de vivir
abrazado a la luz
me acerca al fastidio del tiempo
que fluye, aunque parezca no existir.
Y tú, ahí, manteniendo la claridad.
Esta diaria costumbre de soñar,
esta dependencia de querer
el calor de un gesto
se vuelve ritual en mi existencia
que me empuja a la necesidad,
de sentir el mar frente a tu casa.
Y tú, ahí, abrazado el deseo.
Esta sinrazón que no quiere perder
la dependencia de las cosas sencillas,
esta solemne costumbre de sentir el mar
en las aguas de este río
que me desborda.
Y tú, ahí sin más, contemplado las olas.