El mar siempre está ahí,
¿ por qué soñarlo?
Ahí, acogiendo la mirada
con el deseo de un abrazo
mientras marca
el dolor de la distancia
y las islas.
Ahí, bañando la soledad
de las noches y las palabras
a pesar de la utopía, ahí, siempre ahí,
recordando que las olas tienen su ritmo
y el viento, a veces, marca el levante.
Ahí, en la frontera de tu piel
y en mis ruidos,
en tu vértigo y en mis miedos. Ahí,
en el silencio de las mañanas
y en el cansancio de las noches.
El mar, ahí,
solemne,
misterioso
fundiendo mi cuerpo
en tu alma.