huella de la mirada eterna
RESBALA la claridad
por el límite prohibido del verbo.
Evitas nombrarlo y la luz salta
donde tus labios amanecen
en plena noche.
Luz,
el grito de tus muslos que arden
hasta el silencio generoso
de la mirada. Luz,
tu virgen ofrenda.
La luz
despierta el sexo
en cada temblor de la piel
y perdona, en tu gozo,
el acecho de la muerte.
[ Notas para no esconder la luz, Olélibros,Valencia,2020,pág. 76/77]