Hace unos días la talla de madera, El Cristo de la clemencia que estaba en mi despacho, sufrió un accidente. Era el regalo de unas religiosas a las que le había diseñado el espacio de su capilla privada. La talla es de Segundo Gutierrez, escultor zamorano. Sus trabajos son muy cotizados especialmente en París. La talla, por un descuido, se cayó y se partió en dos. Ha habido que restaurarla y en este momento ocupa un lugar principal en el salón de mi casa.
El accidente de la talla y su reparación es la analogía perfecto de una situación vivida la de romper con el dolor, aceptandolo, y reparar el ánimo. E igual que con la talla vigilar su cuidado. Sí, mantener las alertas ante las consecuencias dolorosas de cualquier decisión importante. Porque asumir es enfrentar a pesar del error que ,como humanos, siempre estará presente.




Reparar, aunque quede la marca. Intento de cicatrizar.
Es cierto, cualquier decisión puede acarrear un nuevo dolor.
Así es mi querido amigo. La cicatriz es memoria de nuestra fragilidad y esta no deja de ser la marca de lo humano. Un abrazo