Hace tiempo que conocí a Efi Cubero, una gran ensayista, poeta y mejor persona. De todos los escritos que hasta el momento había publicado me llamó la atención un libro, Condición del extraño publicado por la editorial Isla de Siltolá. Este libro lo devoré en poco tiempo. Lo volví a releer y cuando llegué a la pagina 41, al poema que da título a la obra, me quedé contemplando los dos primeros versos:
Sin prisas el extraño no desea/la exactitud perdida en el camino. Sin prisas, esta expresión me resultó ser una llamada de atención…Y lo más importante, las expresiones que le seguían, el extraño no desea la exactitud perdida en el camino, iban directas a mi estado de ánimo. Había roto con tantas cosas, que me sentía también roto por lo perdido o por la exactitud de lo que creía era mi forma de existir.
El poema de la página 41 me siguió martilleando durante algún tiempo. Sí, en esos momentos serenaba una parte de mi vida; después un estado crítico comencé a sentirme en la extrañeza de lo cotidiano. Buscaba tantas cosas que algunas coincidían justo con lo que el poema me indicaba. Y en esta generosidad de la extrañeza, en este vivir a diario de la sorpresa, empecé a darle la vuelta, con esa condición de extraño, al sentimiento del fracaso y de la desgracia. No más vivir como un naufrago agarrado a un pecio en alta mar.
Agradecí y sigo agradeciendo que existan escritoras como Efi capaces de ayudarme a mirar por dentro y enfrentar las heridas hasta ser capaz de personarme.
Más tarde, propuse en el grupo de tertulia literaria Página 72, a la que pertenecía, invitar a Efi a nuestro encuentro mensual para que nos contara su experiencia como escritora y nos hablara de su obra. Y así lo hice, cuando todos me dieron el visto bueno. Aquel encuentro fue precioso. Esa tarde de tertulia la acompañó Alfonso ( de feliz memoria), su marido, alguien también extraordinario. Conocerles a los dos fue realmente un regalo.
Sin darme cuenta, Efi Cubero se había convertido en una de mis escritoras de referencia. No tardé en llamarla un día para proponerle que leyera un texto que estaba terminando para publicar en la editorial Vitruvio. Se trataba de Memorias de un Naufragio, lo que después sería Rehacer el alba. Pensaba que su opinión era importante en lo referente a la claridad comunicativa y emocional del escrito. Al final, Efi no sólo me dió su opinión sino que hizo el prologo de la obra: una lectura exhaustiva y profunda de lo que allí se decía. Mi extrañeza había conectado con esa condición del extraño que años anteriores había leído en su obra.
Hoy sigo teniendo este libro suyo, Condición del extraño, como libro cabecera y a Efi, como una autora de referencia y una persona amiga .