A veces siento
esta ingravidez de la emoción
que me transporta
a espacios paralelos.
Ahí, donde los sonidos toman cuerpo,
siento como las voces transeúntes,
pegadas a los árboles de la calle,
resbalan azules por sus ramas.
Y en este estado de silencios
me convierto en testigo
de la soledad
que baña las aceras.
Después,
borracho de sombras,
descubro la luz
en el fondo del alma.


