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Es un laberinto añil el pétalo de este hibisco agostado. Todavía permanece el color de su tallo, esculpido entre las noches de estío. Tu mano  roza la arquitectura de sus secretos y en la caricia te llevas la huella de todos los rocíos que lo alimentaron. 

Tomas la flor y alivias la sed de este ardor que nos embarga. Por encima del caos,del mal de la distancia, la imagen del hibisco ofrece radiante  luz de itu presencia.La locura del dibujo redondo del hibisco sonríe a Ofelia y la despierta de la muerte.

Esta imagen violeta de septiembre, tu deseo de ofrenda, con esta flor que me regalas, levanta en mí el deseo de abrazarte, Y espanta la crueldad de las zarzas este beso que inscribes en los bordes de la flor.

No quiero que estos versos desdibujen tu presencia en la flor ni borren el violeta de su cáliz ni abrasen el duro tallo, como roca, que mantiene. Solo deseo recoger con este gesto tu presencia que despeja el hastío de las horas y detiene el tiempo.

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