
el aire y los árboles, allí, donde el cielo
se vuelve gigante en la batalla del otoño.
Espero, siempre espero,
en el quicio de lo posible
asido al peligro del encuentro,
en el límite de lo prohibido.
Adjetivo de la tierra,
que espera, entre un clamor de [luces],
la bondad del agua. Y en este[grito]de color, mi deseo escapa
por los rincones de las orillas.

del misterio que me circunda. Los verbos
resisten entre aguas interiores. Ruedan
ebrios de limo.
Quiero regresar al lugar del sueño,
sin alas. Impulso que busca,
en el espejo del agua,
versos prohibidos.
Se oculta el poema en el aliento de las palabras.
Y las estrofas, cantos rodados, se pegan
al ser del verbo, con el anhelo
de darle nombre al agua.

me cuenta historias sin héroes ni princesas.
Un tiempo sin encuentros que habla
de abrazos que no fueron; del silencio
de la creación; de una tierra que me invade.
Soledad, continente de brisa
que me insinúa el afán de otro universo
que juega a ser cielo.
Aladas historias que desvelan
otros paisajes, sin héroes ni princesas,
en este fluir de agua y amapolas.

y del silencio del agua, imagino ser cielo.
La corriente no evita el dolor de esta soledad
que me embarga.
El silencio evidencia el vacío
donde la angustia toma partido,
y sofoca la última siembra de la vida
en el ser que alimenta el lodo.
Un preludio de lo incierto.
Nadie responde.

tiene compasión de la claridad / y se acopla a las raíces de la
orilla.

de las islas. Y en este fluir el recuerdo se abate sobre la página en
blanco de la mañana, de esas mañanas de verano. Todo fluye en
esta condena al repetir sensaciones siempre queridas, pocas veces
alcanzadas. Todo fluye.

perfume añejo del pasado y acorte el indeleble trecho / del
presente. Nada permanece en este hálito vital / que se resiste a
sucumbir bajo los días de esta historia / solemne del agua.

desvela, la sinfonía primera, la energía, se hace oración. Me
nombra y me convierte en río, en caudal que arrastra la memoria
de las piedras y refleja el alma de las nubes. Y recorro los enigmas
del paisaje, el abecedario del cauce, la náusea de todos los
desenfrenos. Reflejo de las aguas de arriba, don del verbo que
separa los espacios. Agua que configura la existencia de los seres,
el principio de la vida.

vida deambula en ese horizonte donde aflora, leve, la agilidad de
los días. Todo se vuelve lucha de contrarios/ en corriente suave e
impetuosa a un tiempo. Todo fluye en esta gravedad transparente
y desnuda / de la vida, donde primero fue el agua.

describir el cauce del agua / en esta inmensidad de la
Tierra.

en estas curvas / del verso. Fluye el agua en una constante
pregunta / hasta hacerse río.

nombre del agua por el vértice del camino, / un sendero blando
que marca el tiempo / en el cansancio de las márgenes.

ser / con un canto que se aleja de las sombras y las dudas. /
Cambian el paisaje y el agua.

del agua y de la brisa que transita / entre las manos.
Las fotos fueran hechas la tarde del 23 de octubre de 2021- Un otoño con calor.
Los textos son del libro El nombre secreto del agua. Editorial Vitruvio. Madrid, 2016
Me ha gustado. Lo percibo como una meditación de alto lirismo, una mística oda al agua; y creo que las fotografías enriquecen la forma, ya que se acoplan acertadamente a la temática. Salud!
Gracias Oscar. Me alegran tus palabras. Un abrazo.