
Ahí, donde el litoral se vuelve verso de esperas,
y las olas descansan deletreando el poema.
Ahí, donde el miedo precipita mi ser al vacío, ahí
se alza gigante,
torre de luz.
Ahí, donde el cansancio
es el verbo de lo frágil
y el eco de Ulises
resbala por mi espalda.
Ahí,
guardián del nublado
y las tormentas,
se levanta en medio del naufragio.
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