Hay lunes que tienen el toque especial de la Tertulia Página 72 y este lunes, 6 de febrero de 2023, tenía la particularidad de una visita muy especial la de Luis Miguel Sánchez Martínez, poeta, amigo, hermano en las letras. Venía de Alicante, donde vive, para presentarnos su ultima obra, En tiempos del suicida, editada por Toni Alcolea (Olélibros) en Valencia. Prologada por otro gran poeta-que pronto nos visitará- Jorge Pérez Cebrián.

El acto comenzó con la presentación de nuestro autor por parte de Antonio Maqueda, tertuliano de Página 72. Antonio hizo un breve recorrido por la vida y la obra de nuestro autor. Maqueda resaltó, también, que este evento ha sido favorecido y patrocinado por la Fundación CB.


Seguida a este breve momento de acogida se dió paso a la presentación de la obra. Para ello, elegí el formato del diálogo.

Comencé hablando del titulo de esta obra, En tiempos del suicida. Remarqué que en el título llama la atención la palabra SUICIDA. Sí, consterna el vocablo dado que el suicidio significa el acto de quitarse deliberadamente la propia vida. Ahora bien, este libro más que de suicidios -en sentido lato– nos lleva a una reflexión sobre cómo el ser humano se deshace en un mundo complejo. Un suicidio involuntario, podríamos decir, pero suicidio porque el ser humano se deja llevar -a veces- por el hastío de una vida monótona, por un hacer sin sentido, por un sobreponer lo urgente por encima de lo importante.
En tiempos del suicida, la obra de Luis Miguel Sanmartín, -dije- es la creación poética donde Luismi «se busca en lo difícil, es decir, se concreta con suma delicadeza en su pensamiento y busca entre las tramas del idioma lo más cercano a la pureza de las ideas para hacerlas expresión.» A mi parecer lo consigue. Y eso fue lo que vimos esta tarde de febrero a través de un diálogo con él.
El diálogo lo desarrollé después de pasar por cada uno de los capítulos de la obra y de escuchar, en cada tramo una selección de poemas. Resulta interesante escuchar los versos de un libro en la boca de otras y otros, en este caso de algun@s tertulian@s de Página 72.

Puntualicé que el contenido del libro lo conforman siete capítulos. Estos sirvieron de esquema para la conversación con el autor. Además subrayé que estos siete capitulos tienen una entidad por sí solo, es mas se podría decir-comenté- que son siete libros que configuran un hecho el de la disolución existencial del ser para desde aquí, asumiendo esta realidad, saltar a la esperanza de lo vital superando obstáculos.

Con cada uno de estos capítulos se fue estableciendo el dialogo con Luis Miguel Sánchez Martínez. Así, en sucesivos tramos y antes de hacerle una pregunta intenté dar una breve anotación de cada una de ellos, señalar lo esencial, un somero apunte. Las respuestas de Luis Miguel, que en este espacio transcribo, son las claves de su libro, esos aspectos que, de alguna manera, ayudan al lector evitando perderse en el extraordinario entramado poético de la obra.

Del primer capítulo indiqué la particularidad de su título: SOLILOQUIO. Esta palabra nos lleva al acto extraordinario del discurso que mantiene una persona consigo misma, como si hablase en voz alta. Me pareció interesante no obviar el intertexto de Rudyard Kipling que aparece en la cabecera de este capitulo y donde este autor alude al poder de la educación temprana como base para el futuro.
A partir de este primer capítulo se puede observar que Sanmartin sitúa su soliloquio como un grito ante la realidad que le circunda . Tiene sentido que el espacio textual lo divida en tres apartados. En el primero subrayando el hecho de “vivir encerrado y solo” , para luego indicar cómo es su vida, cómo son sus días, en esa “clausura”; en el segundo, reitera la certeza de una existencia de locura; y en el tercero, apunta al hecho de la lamentación de los suicidas. Es como mirarse en el espejo interior donde el propio yo lirico apuntala lo vivido.
Aquí, ante de la primera pregunta escuchamos un poema recitado por Maribel Bazaga: Fue el titulado SOLILOQUIO

I
vivo encerrado y solo
profeso mi atavismo en las imágenes
que no me pertenecen y mantengo
duermo como me abato (papá sudo)
y a veces por ventura de ignorante
esbozo una sonrisa al despertar
mis días son de aceite de ricino
y hueros caballones (cultivo telarañas)
enfrente de mi casa había un huerto baldío
umbral de plañideras y escasez
cementerio tentáculo arraigando
vergel de indiferencia
temo tus hojas laceradas
tus frutos deficientes
tus semillas origen de culebras
vivo en el cieno de la fantasía
y tú me impides ser una persona
normal una caricatura
he escuchado decir al otro lado
del espejo una caricatura
es ese que se arruina con su sombra
y era de mí de quien hablaban
era de mí de mí aquí en esta clausura
y sin coraje el alma aparecía
como la sed del árbol
que no ha visto la luz
el dolor disolviéndose en las horas
y lo atildado de mi pensamiento
aquí plasmo mi paz luna desvencijada
lienzo deshilachado
alféizar sin los codos en la noche
en mi angustia no existen las ventanas
ni el pincel diluyendo
los restos de pintura en algún vaso
y el suelo es oquedad algo inestable
no sé si ya lo he dicho
vivo encerrado y solo
vestido de aflicción ya que no moja
la lluvia
mi rostro mientras sueño
me contento entre lágrimas o aguardo alguna grieta
que se haga fuga plomo dividido
tal es mi desespero
cruel palabrería
de otros con quien crecí culpa malvada
que te acaricia al mismo tiempo que tirotea

Después del recitado de este poema la pregunta : ¿Podría decirse que este primer capítulo nos pone en la antesala de las propuestas de un mensaje existencial negativo o en la ficción de lo tremendo para evitar lo peor? Luis miguel respondió aclarando antes ciertas expresiones que aparecen en este poema, como la del huerto baldío,.
LUIS MIGUEL:
El “huerto baldío” de mis primeros años fue lastre y acicate a la vez.
La importancia psicológica de ese periodo y su influencia en el desarrollo evolutivo es un hecho que está más que contrastado. Es por ello que introduje la cita de Kipling (Dadme los seis primeros años de la vida de un niño y tendréis el resto) al comenzar el capítulo. En el libro, mi circunstancia vital funciona como una especie de hecho-metáfora, como un indicador que alerta sobre las consecuencias venideras.
El soliloquio que aquí desarrollo sirve, pues, para situar el discurso posterior desde la toma de conciencia de los estragos que puede causar la soledad en la infancia, en este caso. Y de alguna forma, esa alarma, ese piloto en rojo que se enciende puede ayudarnos a evitar lo peor. Literariamente, funcionaría como una especie de catarsis.

Esta respuesta de Luis Miguel llamó la atención de todos. El silencio de los espectadores hizo que las palabras de nuestro autor se grabarán en lo más profundo.


Del segundo capítulo, hablé partiendo del título: Diván de menestrales. Este nos acerca al análisis de la psique humana, y nos coloca de plano en la chaise longue (diván). Así es, DIVÁN DE MENESTRALES (de los oficios) es el espacio en el que Luis Miguel pasa revista -en orden alfabético- desde la aeronáutica al zoológico, de la A a la Z, a diferentes cuestiones. Es por esto que, en este capítulo, los versos se vuelven «armonía en la presentación de algunos problemas, dejando que el lector vaya a tientas hasta enredarse en el campo de lo posible.» Así, estás cuestiones tienen que ver con “lo turbulento e incomprensible”, con el diván de lo interpretable. Un capítulo que aviso es para releerlo. Para el acto escogí el titulado DIVAN. El poema lo recitó Antonio Castro.

DIVÁN
me han visto (siento miedo) me preguntan
y yo te estrujo a mí
la vida late adentro después se manifiesta
nos arriesgamos con algún
análisis onírico
a imponer el error
todo es interpretable
Ulises no venció en la batalla
cortaban sus meninges con pétalos de anturio
esa es la realidad
y yo te estrujo a mí
costura y chocolate son tus horas
que también son las mías
y al acostarnos cada
sueño sigue teniendo
un arsenal simbólico
determinado
nuestro amor es así tan discontinuo
pero podría haber
sido de otra manera

Este capítulo es uno de los más extenso. Aquí, los oficios ( menestrales) expuestos en los versos trazan preguntas, cuestiones diversas que nos acercan a la «verdad» [no a la sensación de verdad]… Así, con la filología se nos acerca al poema donde el tú es “osadía y asombro”; o con la uci nos hace mirar a alguien que se reconoce “un degenerado/porque desea ver la flor sobre la flor” .
Para apreciar, con otra tonalidad el capitulo, elegí este poema: UCI, recitado por una tertuliana, Elena García, que como enfermera sabe de esta realidad de la Unidad de Cuidados Intensivos .

UCI
me mueve el desenlace (como a todos)
aquí
lo perpetuo es sinónimo
de inexistencia
nadie se quedará para contarlo
me mueve ese suspiro de chiquilla
maliciosa que sueles dar para que te mire
soy un degenerado
porque deseo ver la flor sobre la flor
la miel sobre la arena
mi nudo frágil
encaminándose
a tu destilación
soy el ileso
convaleciente
por ello he decidido una vez más
que esto es la vida
y alcanzo el pulsador de la derrota
llamo con insistencia hasta romperlo
y lloro lloro un rato (un buen rato)
es aceptar (me digo) y continúo
continúo
soñando sin consuelo
nadie tome medidas (ha dictado la muerte)
aún no me transformo
aún me quedan dudas
aún están los días por vivir


En este capítulo Sanmartin nos muestra, –con un alarde de mecánica lingüística y empleo de la metáfora,- lo profundo de sí mismo. Cada uno de los oficios son, en definitiva, un condensado de deseos y errores; de logros y desaciertos donde el ser humano -paradójicamente- se siente constreñido y liberado al mismo tiempo. Un capítulo capaz de «crear territorios donde la verdad funcione con calidad de existencia.»
La segunda pregunta no se hizo esperar. ¿Este sentarnos en la chaise longue supone repasar esos «territorios» del actuar, de nuestro hacer cotidiano, que nos aboca al desastre cuando dejamos de mirar lo que importa?
LUIS MIGUEL :
No es exactamente un psicoanálisis, pero hay una base previa debido a mis estudios de esta rama de la Psicología, tan denostada muchas veces.
El malestar social del individuo viene causado, en parte, por los sentimientos de culpa. Las tensiones entre nuestros deseos y nuestra moral provocan un desgaste emocional que es vivido como puramente subjetivo y único, y ello, en cierto modo, nos aísla.
Este capítulo viene a decirnos, un poco, “puedes equivocarte cuantas veces creas, pero tienes la obligación de saber que lo estás haciendo”. Ese asumir las responsabilidades hace que no necesitemos defendernos constantemente, que dejemos de proyectar nuestras frustraciones en los demás o fustigarnos a la más mínima oportunidad. Sí, hay que mirar bien. Estar muy atentos a qué pasa en nosotros y en nuestro alrededor.

Del tercer capítulo, BARRÍ SUS TELARAÑAS, dije que era un banquete de poética zen, lleno de haikai al modo de Basho ( poeta japonés del siglo XVII). En este espacio poético se marca el sendero, el camino, la realidad “clara como un/señuelo que se eleva/ hasta los ojos”, para luego ser escoba y “contigo ser la sed y la espera”; y ser arácnido y “con pocas sílabas expres(ar) mi costumbre/ hilvano sueños”; y así llegar al embarcadero y “como en la vida /viajo sobre las horas/descomponiéndose”.
Aquí, se recitó el poema que cierra el capítulo. Fue interpretado por Jose Manuel Sito Lerate.

EMBARCADERO
hiede la almeja
parece que me pudro
entre sus valvas
como en la vida
viajo sobre las horas
descomponiéndome
buscando un río
cascarón o barcaza
piel que navega
fluye el otoño
con su follaje muerto
y todo pasa
y nada pasa
solo un barquero herido
con una antorcha
las branquias mueren
y su putrefacción
es mi ramaje
mi soledad
hundiéndose en la tierra
caducifolia
mar sin riberas
los tiempos que serán
de este crepúsculo

La pregunta la hice desde una afirmación .
El mundo de la poética oriental no es ajeno a tu trabajo. Ya desde tu primera obra, …Y ahora somos tres tomando una cita de Li Bai la poética del mundo zen ha estado presente de manera trasversal en tu obra. ¿ Es así? ¿ qué nos dices de esto?

LUIS MIGUEL:
No soy un estudioso, en absoluto, de la poesía oriental, pero siempre dejo las ventanas bien abiertas. Y el viento nos trae, muchas veces, materiales delicados que uno no puede desperdiciar. Sí, fue una gratísima sorpresa, durante la escritura de aquel libro, encontrarme con un poeta como Li Bai, tan actual a pesar de haber vivido en el siglo I.
De la misma forma, en EN TIEMPOS DEL SUICIDA tiene todo el protagonismo Matsuo Basho. Hay una parte de su biografía, concretamente la que le llevó a escribir Sendas de Oku, que me resultó muy jugosa para ensayar una breve “perversión” de tal obra. En Barrí sus telarañas, este tercer capítulo de mi libro, se pueden percibir unos trechos de dolor y desesperanza que Basho palió con un largo viaje y un magnífico libro. Yo no he querido llegar tan lejos. O sí. El libro está escrito, y el viaje es una fricción constante de la vida, del instante frente al espacio y el tiempo.
En cuanto al aspecto formal, siempre supe que estos versos tenían que escribirse con la música del 5-7-5.

Llegamos al cuarto capítulo, ALGÚN CORCEL REMOTO, un espacio que nos acerca a la pureza del poema, a la esencia que nos salva del suicidio. Un trabajo de ensayo poético donde los versos han sido reconvertidos de un texto en prosa precedente. Un trabajo extraordinario donde lo escrito en géneros diferentes hacen del mismo texto otra realidad. Un bello recorrido el que nos encontramos aquí, un espacio donde la negación se afirma. Así se dice: “no es senda, es agujero; no es alma, es la verdad; no es la vida el silencio que esperamos, es hambre en la mañana.«
Se recitó uno de los poemas, para mí más significativos, unos magníficos versos, interpretados por Maribel Bazaga

LA LUZ GRIS QUE SE VIENE
No es senda, es agujero. No es ranura,
es la disolución de lo finito.
Ser yo y al mismo tiempo no ser nada,
ser yo y desvanecer lo deseado.
No es alma, es la verdad y lo insonoro,
las suaves vetas, mármol
del horizonte,
pelaje de la larva, la diéresis,
ese abrigo de hiena que pudre y se transforma.
No soy siquiera la mitad
de lo que pude haber sido o no sido.
Seducen los espacios voraces, desalientan,
alzan su vuelo oscuro de mentiras y sombras,
y, así y todo, aún lo llaman existir.
Qué dolor tan sencillo de hombre tan sencillo,
qué armadura es el vientre,
qué coraza la luz,
cuántos atardeceres
consumiendo la brisa, boqueando.
Vivir de estas escamas.
Sobrevivir en la tramoya.
No es la vida el silencio que esperamos,
aquel barro de un dios que titubea,
es hambre en la mañana, despertar de los hijos.
Muge la cafetera, muge
tu mano acariciándome.
Sí, amor mío, ya llegas de los sueños
y en tu verbo renazco.
Alíviame esta angustia,
margen de esquina
que separa lo lúcido,
y es nadie, es todo, y vibra con los pasos.
Sé rumor,
hijo mío de nata,
profundidad de mí, carne en la sima,
pasado de esta niebla.
Nos perderemos en las travesuras
cosidos a los árboles,
columpios entre el péndulo y la flor,
más seres que oquedad, pura fragancia
de lo que estalla y nace, pupila de la lengua,
pedregal que es nosotros, tú y yo, hijo,
unción de las gramíneas evitando el desierto.
Seamos el vaivén que nos complace,
la manzana, el pecado,
el semen que acaricia a aquel ancestro
que me enseñó a crear.
Ahora,
nos basta con el sol, o ni siquiera
una huella valdría, una lente valdría,
una quimera
valdría.
Porque habremos vencido,
al fin habrás vencido
tú, que caminas, hijo;
del paso senda es no.

En este cuarto capítulo los asuntos poéticos son trasuntos de libertad. Aquí, la maestría de Luis Miguel Sánchez Martínez hace que el yo lírico se rinda hasta decir que “solo quiero el poema , escribir mientras muero. Solo quiero ser libre. Y no hallaré otra forma.”
Es en este espacio donde el aforismo y la reflexión se vuelven sentencia firme de lo esencial.

La pregunta llegó subrayando este hecho del trabajo poético de Luis Miguel en el que nos habla del ars poetica haciendo poesía. Así, formulé lo siguiente:

El trabajo metapoético, el ensayo de este capítulo, es extraordinario por tanto ¿es en sí este trabajo una metáfora del mensaje, de lo que se quiere transmitir?
LUIS MIGUEL:
Como podría suceder en la mente del suicida, los poemas de este capítulo, Algún corcel remoto, parten de una masa informe, de una maraña emocional y buscan la luz de lo preciso, la finura, una senda más amable y digerible; desembocan en un mensaje más concreto.
Aquí juego con aspectos visuales que a mí me resultan muy atractivos. El cómo es un qué, y no es de extrañar que esta circunstancia pueda alterar nuestra percepción y, con ello, el mensaje.
El poema es un alumbramiento complejo, cualquier signo, cualquier intención, ha de ser atendida. Hay un deseo por mi parte de mostrar esa complejidad, esa variedad de significados que anhelan un desenlace.

El quinto capítulo del libro, Paredes de Soft Coat es una metáfora del ser que se oculta y mira sin ser visto, observa sin ser observado . Aquí, hay tres magníficos poemas y una reflexión. La cita cabecera de Pepe Iniesta apuntala una oportuna pregunta “¿En qué rincón del alma se avivaron las llamas/ de este incendio sin frenos?” Esta es una cuestión que Luis Miguel Sanmartin suscribe diciendo: “(amor) deja que todo espere / que este vapor sea nube…”
Y volvió Elena García a recitarnos otro poema, Reflexion, de este capitulo


REFLEXIÓN
«¿En qué rincón del alma se avivaron las llamas
de este incendio sin freno?
¿Dónde se extinguirá
si todo alrededor es espesura?».
José Iniesta
(amor)
deja que todo espere
que este vapor sea nube
que me lleve la nada
con su viento incoloro
que el mármol venza al sol
que lo eterno sea amable
…
ya llegan ya los siento
los álveos del graznido
no tardaré en volar
majestuoso cuervo

Y vino la pregunta ¿Cabe contemplar desde ese ardor, desde ese impulso del alma, para albergar esperanza en medio del desastre? ¿Qué pretende el poeta con este capítulo?
LUIS MIGUEL :
Esperanza siempre hay, pero ello no significa que resulte suficiente. Hay hechos que podemos considerar inevitables, dada nuestra perfectibilidad e impotencia consustancial. Vivimos, muchas veces, ocultándonos, inseguros, temerosos. Aquí entra en juego la irracionalidad del pensamiento emocional. Las “paredes de Soft Coat” nos permiten mirar sin ser vistos.
El Ello (nuestra parte instintiva) se va fortaleciendo, y esto puede llegar a ser muy peligroso. El sistema se descompensa y busca complacerse para evitar el dolor. Esto es un error que suele pagarse muy caro, pues no estamos solos, podemos hacer mucho daño, y ese daño revierte en nosotros, a no ser que seamos unos psicópatas. El desastre lo solemos crear mediante una cadena de errores. Como decía en una respuesta anterior, hay que estar bien atentos. Ya apuntaba Descartes que debemos alejar de la Razón las pasiones.




El capitulo sexto, LOS VERSOS DEL SUICIDA, nos lleva al meollo, – en mi parecer -al núcleo del libro. En el capítulo se explana un diario, mes a mes, de enero a diciembre, donde el yo lirico va desgranando su soledad y su nostalgia “habré de acostumbrarme-dice-al día a día/que es gota a gota una tortura/verso a verso un abismo”. Un ser que grita soledad y dice “así mi corazón/ esperándote en cada brío de la llovizna”. Estamos llegando al final y nuestro autor nos presenta un yo lírico que se mantiene de pie, porque ningún obstáculo, le vence: “yo era de pie sin vestiduras/ y acudía el rubor a las esferas/ nombrándome riéndose (silente)”. Por otro lado, aparece un tú que es realidad que ya no se espera: “ya no te espero, amor, con la boca hecha agua”.

Y al desespero le llega la calma de una ausencia asumida: “todo pasó me dicen ¡ya pasó/ hasta el olvido”; y se acepta “la parte angosta de la luz”. “Es hora de cenar y falta el hambre/ es hora de vivir y ya no existo”, para terminar en el suicidio, en la disolución , en la nada , “quiero expirar/ en esta calma inquieta/ reitrerada”…”dejar, dejar de ser / dignamente en lo único”.

En este tramo, fue Roberto Moral , con su particular interpretación de los poemas, el que recitó uno de este especial diario: Febrero

FEBRERO
con dulce celofán
envueltos se consumen
en su infortunio transparente
los élitros del alma
y orugas invisibles (despojadas del tronco)
se apremian sin volumen a morir
terminar
es como esa hermosura sed de escarpias
donde colgar mi maldición
y así también se vive
así
las calles infecundas del ocaso
así mis nervaduras (polvo inane)
así mi corazón
esperándote en cada brío de la llovizna
La, pregunta era la lógica desde esta exposición donde se impone la realidad existencial. Al final, después de terminar el libro, ¿de qué se trata de aceptar este disolverse, anularse o por el contrario se trata de ensoñar el desastre para evitarlo?
LUIS MIGUEL:
Aunque cueste, debemos mantener un mínimo de integridad. Disolverse o anularse solo nos conduce al caos o a la nada. Aceptar es siempre lo más adecuado, ya que ensoñar te mantiene dentro de la fantasía, cuya exacerbación sigue siendo permanecer en el desastre. También podemos prevenir, pero no debo de entrar en estas cuestiones que se me antojan casi higiénico-sanitarias.
Yo he escrito un libro de poesía que conjuga reflexión con emoción, pero sin pretensión de aleccionar. Nunca he sido quien. Tan solo muestro. He procurado describir con mi escritura paisajes y personajes de un tiempo que aún me habita y morirá conmigo. Mientras tanto, la vida sigue. Aún hay esperanzas.

Pasada la hora , y después de un disfrute difícil de describir, llegamos al último capítulo 1837. En este espacio lirico, nuestro autor le hace un guiño a J.M. de Larra, el poeta romántico que se suicidó un 13 de febrero de 1837.
En este capítulo se traza ese espacio de lo vital que termina con afirmaciones que podrían ser interrogantes. Escogí un poema, el último, donde los espacios versales se hacen más profundos y hacen que contengamos la respiración para no pensar en el desastre y el desespero. Los silencios interversales ayudan a que las palabras del poema desciendan como lluvia fina en lo mas interior de nosotros.

El trozo de poema elegido, que engloba y cierra el libro, fue recitado por todos los rapsodas de ese momento. Cada uno recitó un verso a modo de coro griego.
III
nosotros no sabremos decidir
nosotros renacimos y ahora llueve
vendrá la mariposa cada noche
buscará tu ventana
los nombres quedarán erradicados
será el mundo un perfume de las horas
una huella vacía
y yo ya habré vivido
y yo ya me habré muerto

Al final le di las gracias, en nombre propio y en el de todos, a nuestro querido poeta por traernos esta obra en la que, una vez más, nos muestra la importancia de trabajar la palabra, de trazar con ella elipses y perfectos polígonos que incluyen la limpieza del trazo, dibujando sonidos, que suenen en el oído como una música que es más que la música.

La poesía de Luis Miguel apunta a la reflexión desde la verdad y marca algo más que un ritmo versal,. Su poesía es emoción, alma, sorpresa.
Gracias por aceptar la invitación de la Tertulia Página 72.

Al final una foto de familia. Algunas personas ya se fueron. La RUCAB es un lugar alejado del centro de la ciudad y hay que coger autobús. Se agradece la presencia de quienes estuvieron en este acto arropando a nuestro poeta.

A decir verdad, nunca se agradece lo suficiente a un autor, como Luis Miguel, la generosidad de su persona más allá de su obra escrita. Nuestra autor irradia bondad. Es la clase de persona que hace que todo lo que le rodee se transforme en sosiego. Su trabajo es parte de lo que él es pero no todo. Conocerle personalmente es una suerte, un honor.


En esta noche un estudiante de la RUCAB

La firma de autor es una de las partes más amable del ritual de estos encuentros de presentación. Autor y lector, por un instante, se funde en la firma y personalizan las letras hasta escapar con este gesto del anonimato.


Gracias Luis Miguel, gracias de corazón, como expresa el gesto de Antonio Maqueda mientras le firmas tu obra.
GRACIAS.
Quiero agradecer a: Antonio Maqueda; Maribel Bazaga; Antonio Castro; Elena García; José Manuel Sito; Roberto Moral tertulianos de Página 72 por poner su voz y su tiempo en este evento.
Y muy especialmente, agradezco a Alejandro Huyro por su manera de contar historias con sus fotos. Estas, aquí expuestas , son una mirada extraordinaria otra forma de contar el acto.
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