
Con la mirada de Julio Sánchez Martín
MI VIDA huele a calle ancha
de aceras escalonadas
que viajan al pasado.
Allí, donde el Duero
rompe la tierra y cerca la ciudad
con ese fluir blando de noches
en sus orillas.
Un olor que impregna
mi memoria; verso errante
que dibuja sueños en otros lugares.
Mi vida tiene el sonido
de las plazas
que resbala por las curvas
de la Maternidad
que Lobo hiciera;
por el bronce, lleno de miradas
pagada al torso de un Adán dolido
por el pecado.
Resuena Zamora infinita
en cada latir de mis palabras.
Mi vida es contemplación transeúnte
a veces árbol,
lleno de mar, en el paseo de Pereda;
naturaleza que me acerca al recuerdo
de esa ciudad de mi infancia,
que me arropa
bajo los dinteles románicos
de las iglesias.
Susurro cálido de este marzo
que despierta primaveras.


