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Era uno de esos días en que apetece
abrazar las avenidas,
sentir el tumulto a distancia
y mecer los adoquines de la calle.

Era, sencillamente, uno de esos días
en los que sientes las páginas de un libro
como puertas de una casa encantada,
y los versos de un poema, la salida feliz
de un laberinto de voces.

Era uno de esos días.
Cuando la brisa es una palabra
que susurra al verano.

Era sábado, cuando descubrí
que tenía tu perfume
pegado a la camisa.

[ Un concierto de sonidos diminutos, pág. 56 Herákleion, Badajoz, 2013 ]

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