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El martes 17 de enero mi amigo José Iniesta, poeta insigne a quien admiro y quiero, ha colocado en su muro de Facebook una reseña sobre mi último libro. Además de tener el gesto entrañable de enviármelo a mi correo personal.

El comentario es de una calidad extraordinaria apuntando a los elementos esenciales de la obra. Es la primera reseña de alguien que sabe leer en el alma de las letras, en este caso de las vertidas en El alfabeto del tiempo. Un honor las palabras que me dirige, una reflexión que me ha hecho guardar silencio mientras la leía.

Agradezco su generosidad y su tiempo , su amistad y su cercanía.

Os dejo que disfrutéis del magnífico comentario.

«En el alfabeto del tiempo, de Faustino Lobato Delgado

Tengo en mis manos el último libro del poeta y amigo Faustino Lobato, que lleva por título En el alfabeto del tiempo, publicado por la editorial OléLibros. Conozco largamente la poesía de este hombre porque desde que nos conocemos compartimos vocación y versos y vida, y en nuestros encuentros hablamos de ello, del atrevimiento de este oficio que anhela nombrar los desconciertos y aciertos en la vida, el sentido de existir y cantarlo en las palabras. Pasear por este último libro ha sido para mí emocionante y turbador, sin duda.

La poesía de Faustino Lobato es expresión pura de la perplejidad de un hombre ante la naturaleza de las cosas, palabra que habla de las soledades de un hombre que vive y que a un tiempo quiere comprender el sentido del viaje desde la vida hacia la muerte. Hay en esta poesía una mirada sobre la realidad que tiende a la abstracción y a la filosofía, que persigue el descubrimiento de una verdad que nos sostenga, y una meditación honda sobre la materia sagrada que es también el verbo, la palabra conmovida, la poesía que sueña con nombrar lo inefable, el misterio que todos sentimos que somos cuando nuestra presencia y mirada se enfrentan a los sucesos de la vida y sus paisajes.

El libro es un recorrido por las estaciones. El poeta inicia su libro nombrando el invierno, y en concreto un segundo de un día cinco de febrero donde todo se le volvió súbitamente silencio (En el mar del calendario,/ un día, como cualquier otro,/ cinco de febrero, en un segundo,/ todo se me volvió silencio.// Nunca sabré decir qué pasó), y donde todo parece iniciarse en un mundo distinto, en un algo que se nos desvela (la vida me envolvió/ dibujando en el aire/ un tiempo al revés.)

El centro y la raíz de En el alfabeto del tiempo es el arcano del tiempo mismo, el sueño y la devastación, el poder de la palabra para detener el raudo fluir de ese río y poder construir un remanso. Así, gracias a la palabra, el tiempo se detiene, el verso puede cantar con amor los instantes, los sucesos de un hombre, la alegría del hijo que es alta luz. Poesía que es batalla verbal contra el vacío y el sinsentido, contra la destrucción, los sufrimientos de la carne y sus declives. Hay en la palabra de este poeta una lucha contra el Silencio que también somos, como si la escritura y su música pudieran diluir esa nada del sinsentido, de la duda y la perplejidad que es siempre el hombre entre lo que fue y lo que es, lo que seremos.

La poesía es así sagrada, pues puede ser más grande que el Silencio y el Dolor que sentimos, y puede de alguna manera, al menos un instante, negar las devastaciones del tiempo.

Desde el amor, la poesía se abraza al asombro y la belleza, al abrazo que también somos, y hay en ella como una revelación, está construida con la misma materia del alma. La poesía es así también un lugar y atesora en su propia carne el misterio y las cosechas que son la vida. Poesía como crecimiento, como vuelo a las alturas antes de caer, antes del espanto seguro de la muerte. El sufrimiento se puede transformar así en gratitud, gracias a la voz, y puede en sus desiertos nombrar los paraísos.

El poeta agradece así lo vivido, hace de todo este libro un testamento vital de su andadura, celebra con mirada renovada y limpia su paso por la tierra, la tierra que le ha regalado dolor y alegría, culpas y deseos, y los nobles metales de la palabra que puede rozar en su minuto las frágiles eternidades del existir.

Por José Iniesta. Oliva, 17 de enero, 2023. «

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