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Nunca he salido de Badajoz ciudad cuando he presentado mis creaciones literarias en Extremadura. Esta vez he cambiado la forma de hacerlo y he preferido, especialmente, viajar por mi tierra. Así, después de Cáceres, ha sido Zafra el destino. En esta maravillosa ciudad pacense he estado de la mano de Jose Manuel Díez (Duende Josele). Un honor.

El lugar escogido para el evento, la librería La Industrial, un espacio que viene siendo clásico en Zafra en esto de las presentaciones. Puesto a pensar y valga las comparaciones, La Industrial es para esta ciudad pacense como la librería Alberti para Madrid.

La Industrial está regida por Sergio Gómez, un librero -en el autentico sentido de la palabra- clásico. Es alguien que le gusta leer y recomendar libros más allá de expenderlos. Sergio es alguien que cuida el espacio convirtiéndolo en centro de cultura y fomento de la lectura. A estos propósitos ha iniciado el Club de lectura Hermanas Chacón.

La noche comenzó con la acogida de los amigos y conocidos en este mundo de la literatura. Patro y Fernando, tertulianos de Página 72. Este matrimonio de Zafra es capaz de hacerse una hora de ida y otra de vuelta, haciendo la «navette» , para estar en la Tertulia de Badajoz. Maravillosas personas que te motivan a seguir trabajando y escribiendo.

A Patro y a Fernando le acompañaba José Manuel Martín Portales, al que después de muchos años abrazaba. Este es un magnifico escritor, escondido en un pueblo cercano a Zafra, alguien que tiene una densa obra que sería un error perderla de vista. Jose Manuel Martín no está en los circuitos de escritores al uso, está fuera de lo mediático y de las redes sociales por eso es bueno tenerlo presente.

Volví a saludar a Gabino Sánchez Llamazares, un escritor con talento, profesor en el IES Suárez de Figueroa de Zafra. Con el que había estado unos días antes en Badajoz con la ocasión de la presentación de su ultimo libro de poemas. Otro escritor que merece la pena seguir.

El resto de las personas fueron llegando y ocupando los asientos con ganas de apreciar hasta el más mínimo detalle de lo que se dijera. Oyentes con ganas de aprender, un gesto muy positivo para quienes llegamos sin conocer a muchas personas. A estos les agradezco su atenta presencia.

El acto comenzó con unas palabras de Jose Manuel Díez. Este hizo una breve pero profunda exposición de aquello que, en repetidas lecturas del libro, había encontrado en él. Resaltó lo más esencial de este ensayo poético sobre el tiempo.

Terminó recitando este poema:

14
[inspiración]
ESTÁS
en la memoria imborrable
de muchos,
en el deseo
que levanta paraísos.


Quién detendrá
la palabra,
tu rendido verso, el poema
que desarma la injusticia.
Quién.


En el amanecer
vibra tu voz.
Los verbos
redimen la lucha
de las horas tempranas.


Descorres el espejo
del viento
dejando que la música
y el día
hagan su parte salvaje.


Un instinto animal
transita el espacio,
como si no hubiera centro
donde respirar

Estas aquí,
en el lugar más impensable.
Haces que la fantasía vuele
en un alarde mágico
con sabor a fuego.

Después de su exposición me dio paso para que fuera yo quien diera las claves de la obra. Cómo agradezco sus palabras, su lectura atenta de la obra, su acogida y su manera amable y sincera de acogerme. Fue el mejor introductor de embajadores.

Esta vez, en mi exposición hice especial hincapié en el continente del libro, sobre todo en esos aspectos que, necesariamente, precisan ser señalados porque son parte importante de la obra: El diseño de portada, la presentación impresa y otros elementos que hacen que el contenido resalte.

El diseño de la portada de esta obra está realizado por Diego del Moral, director de la Tavoleta donde, desde hace cuatro años mi hijo Rodrigo crece, mirando la belleza del dibujo y la pintura.

Diego hizo, con este dibujo de portada, una metáfora icónica del contenido. La portada es un reloj de sol donde la sombra frágil de una mariposa marca las horas a falta de gnomo. En la página interior quise que estuviera el segundo dibujo que Del Moral hizo, como alternativa a elegir. Este segundo dibujo es un reloj de sol griego en el que un gorrión ha hecho su nido. La naturaleza aprovechando el hueco vació de un reloj en desuso para convertirlo en su morada. Portada y página interior que resaltan la fragilidad y el impulso de vivir, partes fundamentales del argumento de este libro.

Por otro lado, hablé del QR impreso que contiene un audiolibro. El objetivo fundamental de este es posibilitar a las personas que no pueden leer, a los invidentes, de la magia de la escritura. El recitado del audiolibro es mío.

En las entradas de audio, de cada uno de los capítulos, suena la música de David Clavijo. Este es un compositor gaditano y escritor que generosamente quiso cederme algunos fragmentos de una de sus obras editadas, From the Depths.

Clavijo es un músico que merece la pena seguir. Cuando los artistas son geniales y además buenas personas, como es el caso, estas te hacen creer en el ser humano. David, es alguien generoso de quien me honro ser su amigo.

Después hablé del contenido de la obra. Primero, señalé la estructura que tiene, es decir, de como antes del contendido poético aparece una reflexión en prosa que se va desgranando en expresiones a lo largo del libro. Las expresiones aparecen en la página de la izquierda invitando a la lectura de los diferentes poemas.

Esta estructura es la misma que aparece en los otros dos libros de la trilogía que se conforman con este. La trilogía la forman: EN EL ANGULO INCIERTO DEL ESPACIO , un libro que nos acerca -desde la emoción de los sentidos- a los diferentes rincones de esta ciudad que me habita, Badajoz; el otro es NOTAS PARA NO ESCONDER LA LUZ, una reflexión ante la claridad que las personas y las cosas reflejan más allá de la luz que, desde la mañana a la noche, arropa los espacios. EN EL ALFABETO DEL TIEMPO, es la lectura de una tensión entre el tiempo-cronos y el tiempo-kairós. Un ensayo poético en prosa poética y verso libre, marcado por aforismos y anáforas, que van desarrollando cada uno de los capítulos del libro.

Expliqué el porqué de cada uno de los capítulos y de los elementos intertextuales que aparecen en cada uno de ellos; de cómo cada una de estas citas puntualizan esa realidad del transito y de la ficción del tiempo.

De los capítulos indiqué lo esencial de sus contenido y esta vez puntualicé lo meta-poético. A propósito de esto recité uno o varios poemas de ellos:

Así, de La vertical de los días ( primer capitulo) recite el poema 9 . Unos versos que inician lo metapoético

9
ENTRE mis afanes se revela
la mentira del tiempo.
Y surge «la piel del poema
que reclama el coro de los gritos
agolpados en las manos
».


Después, con el dolor de podar palabras,
«llega el delirio de las musas». Maravilloso enredo,
en esta apuntada primavera, que me conduce
a saborear los versos
deteniendo la falacia del tiempo.

En este poema se establece esa relación tiempo-escritura. Unos versos que conducen, en esta temática de lo meta-poético, al poema 11 del segundo capítulo Paréntesis, sueños .

En este poema puse unos versos de El cantar de los cantares de Salomón. Un fragmento en el que los sentidos marcan ese momento primaveral cuando el perfume de los frutos nos transportan más allá del tiempo:

«Porque ya pasó el invierno, cesaron y se fueron las lluvias.
… y se oye el arrullo de la tórtola. La higuera dio sus primeros frutos

y las viñas en flor exhalan su perfume».
Salomón, El cantar de los cantares


EL vértigo
de las horas arrastra,
con el ácido olor de la hierba,
los ecos de mayo.


Detrás de este tapiz
con sonidos
las palabras aguardan
que la emoción las rescate.


En este tramo virgen
del misterio
el verso no acaba de romper.
Evito torpes palabras.


Singular batalla
que escamotea adverbios,
donde me asaltan las sílabas
con absurdos adjetivos.


Al final, la voz de la palabra
acoge el rostro
de esta vertiginosa claridad
que permite al poema
confundir las horas
.

Del capitulo tercero , En las torpezas, recité los poemas 27 y 28 . Estos continuaban marcando lo meta-poético en ese querer hacer un poema hablando de él.

27
NUNCA ha sido tan triste el día, nunca
como ahora cuando la palabra rueda
en el vacío de tu huida
. Un muro
impide descifrar tu rostro.


Frágiles vocales, mezcladas
con pronombres y abreviados verbos,
componen los renglones perdidos
de esta declaración de la angustia.


Nunca,
como hoy, llegó tan temprano la noche
aunque la luz arrope los vértices
de las cosas inertes.

28
[poemizando]


PRIMERO, fue el silencio,
el instante
que marcaba el susurro de los versos.


Luego, muy despacio, llegó la palabra
inundando, en el momento oportuno,
el cosmos de lo frágil.


Y al final, el dolor se hizo poema
invadiendo con formas invisibles
el hastío de los días.


Un extraño rito sin compasión
marca el punto cero del reloj
en un agosto interminable.

Llegué al capitulo central del libro, En el silencio del kairós, del que recité varios poemas. Uno de ellos, el 35, señala el hecho de apretar la vida como un regalo, después de haber saboreado la situación limite de un accidente .

35


TODA la vida
encerrada
en un instante.


Sueño palabras.


La vida, como un regalo
en el tiempo,
un reflejo inabarcable
del misterio
que nunca sabré, ni me importa.


Sueño palabras que no dije.


La vida, un alimento
insaciable,
hecha de ilusiones
y de palabras por estrenar.

Del capitulo quinto, En esta herida del tiempo, recite los poemas centrales del capítulo, y en especial el numero 38. En la estrofa final hago un guiño al teólogo Agustín de Hipona. Este autor cristiano apunta al deseo del ser humano de encontrarse con su creador, al sentimiento de querer volver, con tonos neoplatónicos, al origen de la criatura, al Paraíso perdido.

38
A veces, solo y sin respuesta,
abro por la página en blanco
de un libro,
y en esa nada me mantengo.


Vigilas, por si un verso,
cualquier verso,
es capaz de curarme
la herida del tiempo.


A veces, cuando miro los relojes
descubro sombras en los minutos,
luces en las agujas que, impertinentes,
marcan las horas.


En esta herida del tiempo
te revelas como un sueño
que calma el deseo de volver
al Paraíso perdido.

La atención de los asistentes, de todos los que esta noche se encontraban en La Industrial, era casi mística. Era ese paisaje vivo que a los que escribimos nos anima a seguir a pesar de la soledad que el hecho creativo conlleva.

Quiero subrayar el reportaje fotográfico que aparece en este espacio realizado por Alejandro Huyro . Esta vez, al igual que otras, Alejandro ha hecho un trabajo impecable.

En este, como en otros de sus trabajos, Huyro ha ido contando una historia con imágenes, sacando a la luz los rincones más insospechados, los elementos que por sí mismo cuentan algo en el contexto espacial del evento.

Todas las imágenes, estas en concreto, han terminado por formar parte de la intrahistorias del evento. En realidad, las fotos son una mirada especial, la suya, que va más allá, del objetivo de la cámara.

En este evento, ha sido increíble como Alejandro Huyro ha puesto de relieve el gesto de mis manos mientras iba recitando y hablando. Alejandro ha transformado unas manos gruesas y peludas en palabras, en vocablos contenidos en el grito de los gestos que las propias manos trazaban. Gracias por tanta belleza.

Después de una hora, tocaba firmar y despedirse de los asistentes. El final de los actos literarios, por encima de todo, sabe a gozoso encuentro con los amigos, a kairós, a certeza casi eterna por lo vivido, a la alegría del haber saboreado lo mejor con todos los que estuvieron. En realidad, es difícil explicar la maravilla, la magia de estos encuentros, como igualmente lo es describir el amor.

Gracias amigos por estar, gracias por convertir todo esto en un trozo de Paraiso alcanzado, en certeza del momento presente , en Kairós.

Déjanos un comentario Un comentario

  • José Manuel Martín dice:

    Hermosa noche entre amigos. Una gran alegría reencontrar me con Faustino y su generosa alegría repartida. Un libro emocionante, para releer. Hay que recuperar las librerías como trincheras de resistencia.

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