Pasaron con sigilo, en la vigilia de los sueños.
Han dejado
la huella de la risa, la ilusión infantil
que acerca a lo humano
y la mirada agradecida del presente.
Que no hay mejor oro que la sonrisa
de un niño ,
ni más mirra que la del instante
convertido en futuro,
ni más incienso
que este de saber perdonar.
Pasaron, sí, con la intención de volver.
Siempre vuelven cuando la risa
y la compasión
nos hacen construir lo mejor de nosotros
en la incertidumbre del tiempo.
