Esta noche he sentido el paso
de la soledad,
esa conmoción de las entrañas
que se acercan al instante frágil
de las sombras.
Y contemplo la inmisericorde materia
que se agolpa en las extremidades
de este ser líquido que envidia
el resplandor de las estrellas.
Esta noche siento
el dolor de las ausencias
que sin palabras me abrazan.
Y miro la imagen del deseo,
ese eterno extraño
que esboza Paraísos
mientras sueño.
Esta noche me descubro vivo
al escribir con esta ingravidez de las palabras
que brotan en los versos.
Y aprieto los naufragios,
las derrotas,
en este ser que no entiende de altura
ni de volcanes.
Esta noche la realidad me muestra
las fauces del abismo,
me devuelve a lo posible,
a la verdad sin artificios.
Y permanezco quieto
en esta gratuidad del presente
que quiere huir de las trampas
mientras dibuja alas que son aire
y fronteras que son agua sin orilla.