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Julio Sánchez Martin (Zamora 1975) acaba de “parir” un libro de poemas Alquimia del amor consciente, editado por Libros del Aire de Carlos Alcorta.

Sobre el título:

Llama la atención este título: Alquimia del amor consciente porque nos lleva a la idea, comúnmente aceptada, de la vivencia consciente del amor en pareja. Es la referencia extraordinaria de la conexión de los amantes en todos los planos de la existencia: emocional, mental y sexual. Una alquimia perfecta que alinean los seres en el proceso permanente del amor.

Sobre la estructura:

El libro lo componen 28 poemas la mayoría de verso blanco. Unos pocos están maravillosamente construidos bajo las cadencias musicales de versos endecasílabos.

Hay una estructura secuencial a lo largo del libro que subraya el proceso de lo amatorio.

El empleo de herramientas retoricas, como las anáforas, les dan una intensidad a algunos de los poemas. A través de esta se puede advertir las claves del contenido.

  • Sobre el contenido:

Desde mi perspectiva lectora considero que este libro de poemas tiene bastantes aciertos, propio de alguien maduro en este oficio del escribir, alguien como dice Lostalé, “con voz propia”. Por esto mismo, felicito a nuestro autor.

En general, el texto está marcado por el intimismo del idilio, casi místico, con un tú lirico. Son, como se dice en el prólogo, versos deshabitados, (disueltos), en el ser amado. Todo está marcado por trazos secuenciales de una poética de amor y desamor que se funden unas veces en unos poemas en prosa y otras en una lirica magníficamente construida. En su totalidad es muy sensual, son poemas que funde lo exterior en un interior, casi una oración en la que el amante anhela al amado.

Destacaría algunos poemas, como el primero, Alquimia del amor consciente que le da título a la obra y el ultimo, Legado, remate esencial del conjunto. Los dos son partes fundamentales de la arquitectura literaria de la obra:

En el primero, se traza la intencionalidad de la totalidad del libro. Un poema precioso. Bien equilibrado en sus estrofas. Aquí, los versos tienen coherencia y están marcados por la musicalidad lírica. El poema final remata, de forma sentida, el proceso del amor. En definitiva, los dos poemas trazan una secuencia única donde el sentimiento del yo literario va describiendo los estados de ánimo en paralelo con las estaciones y el paso del día.

En medio de este arquitrabe lírico hay un poema que, a mi modo de ver, es la clave, el centro del arco poético: Las formas del agua. Este poema está escrito a cuatro manos. En él se establece un dialogo versal teniendo el mar como referencia mayor. Hay dos partes definidas: una, marcada por el deseo, por el querer ser océano, como metáfora perfecta para describir el amor liquido y vital; la segunda, donde los versos se asientan en la afirmación del presente, se dibuja el cumplimiento de lo deseado en un contexto citadino y de vigilias. Todas las imágenes se contextualizan en la noche con la “huella indeleble en la carne del poema”.

 Los demás poemas, tengo la sensación que giran en torno a estos tres con unas descripciones liricas intensas que hay que leer con atención para apreciar las sugerencias del sujeto lirico que narra. Destaco los poemas: Así te siento; Frío sol de invierno; La umbría y la solana; Afán de trascendencia y el machadiano Tras el cristal. Importante no obviar el poema Nocturno para Schubert en el que resuena lo mejor del autor: su pasión por la música. Unas estrofas descriptivas de los últimos momentos del compositor vienés, unos versos que, con sentimientos románticos, sirven como gran metáfora para subrayar la fragilidad del ser y a pesar de todo mantenerse como roca inamovible.

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