Ir a las ferias de libros nunca me ha gustado, sin embargo he consentido en ir a varias: la celebrada hace unos años en Madrid y esta de Trujillo. De la Feria del libro de Madrid, tengo muy buenos recuerdos. Fue la ocasión para un maravilloso encuentro con mis amigos y para darme cuenta de que eres por lo que ofertas en un espacio donde eres uno más en medio de muchos que deseaban lo mismo que tú, darte a conocer y poner tu libro, con más o menos suerte, en manos de quienes no te conocían. Los amigos hicieron que mi estancia fuera especial. Ahora, en esta feria del libro de Trujillo, acudía accediendo a la petición de Pepe Cercas. Esta vez iba no a estar, como alguien anónimo, en una caseta esperando a firmar sino que iba a presentar mi último libro, En el alfabeto del tiempo. Además, también aquí volvía a tener la oportunidad de encontrarme con los amigos.
Estaba contento porque había propuesto a Julio Sánchez Martin, autor del epilogo de la obra que me presentara el libro. Accedió y además se presentó con amigos comunes y con otros amigos suyos. Un grupo maravilloso de personas que hacía muy atractivo el estar en Trujillo. Además, Julio fue quien organizó la comida en Trujillo, en el Hostal Hueso. Estoy más que agradecido a Julio Sánchez una gran persona, de esas que te hacen creer en la bondad del ser humano.
Esto me hizo replantearme mi paso por Trujillo y quise que los encuentros se patentizaran de forma especial. Propuse a Alejandro Huyro, la persona que me lleva todo lo que es comunicación de lo que produzco a nivel literario, de venir con mi familia a Trujillo y no sólo para grabar la presentación del libro sino también para hacer un vídeo que contara esos momentos donde, estaba seguro, el Kairós se iba a hacer presente. Era una locura, le estaba proponiendo a un realizador tan excelente como Alejandro Huyro (Cerebro Creativo) que me siguiera a todas partes y que grabara encuentros puntuales. Nunca imaginé que lo que iba a producir fuera algo tan bello como el vídeo que podéis ver abajo. En este video-documento, Alejandro, ha sido capaz de recoger el alma de los encuentros y no sólo con mis amigos sino también con otros escritores a los que admiro y aprecio. Impresionante.
El titulo de este video obedece a uno de los capítulos que aparecen en la obra, El silencio del Kairós. Aquí, señalo la certeza de vivir que se impone por encima del cronos. Así fue, los encuentros fueron muy especiales y en ellos se provocaron muchos silencios que me hicieron vivir de forma solemne el Kairós.
Además, y esto es muy importante, en este video se presenta el libro En el alfabeto del tiempo, haciendo referencias a otras obras que ese día también se estaban presentado. Por esto mismo cito en el texto de audio a los autores, como José Manuel Vivas, Ana Bermejo, Mariángeles Pérez López y a sus obras. Considero que somos también con los otros. La importancia de crear está en crecer, también, con el crecimiento de otros. Pensar lo contrario es caer en la inútil vanidad, en la estupidez del narcisismo, del que no estamos libres, quienes escribimos, cuando pensamos que lo propio es mejor que lo del otro.
Gracias Alejandro por captar lo esencial de esos momentos.
Gracias Julio por ser mi amigo y acercarme a tus seres queridos, a Manuel a Karmen.
Texto del video:
La vida es un tránsito, un camino, una búsqueda de horizontes nuevos, un dejarse llevar por la sorpresa del encuentro. Sí, el encuentro con los otros bajo la solemnidad de los espacios y la luz, donde la palabra rompe con el pretérito perfecto y marca el instante de un Kairós con la certeza de saberse.
El lugar del encuentro: la muy noble ciudad de Trujillo, romana y medieval. Aquí, esta mañana de marzo, los otros tenían nombre en la cara amable de los instantes, en la acogida de cada mirada, en el disfrute de cada sonrisa.
Así, los otros me regalaban el misterio de la vida; vislumbrando la particular astronomía para submarinos con José Manuel, y en la contundencia de todas las bocas con Ana Bermejo.
Sí, ahí, en esta plaza Mayor, bajo la sombra ecuestre de Pizarro, donde el tiempo asomaba líquido por las líneas doradas de los edificios, piedras milenarias que nos acogían al paso.
Todo se dejaba envolver por la magia de una mañana de otoño, con juego de nubes y sol.
Y los encuentros siguieron poniéndole cara a Alberto Morate, el de las ausencias y distancias, empujados por las risas de la alicantina Eugenia Sánchez, con su Kaimós bajo el brazo.
Luego, los pasos marcaron el crono de otro encuentro con nombres propios, en un hostal, el Hueso, donde la mesa del pan nos reunía para el convivium necesario. Eran mis amigos que llegaban de lejos, trayendo lo mejor de ellos: Julio y Manuel, Karmen con K, Tino y Carmen, Emilio y Rocío. Todos convocados por un alfabeto del tiempo. Sí, era la palabra escrita la que nos convocaba. La que nos unía en este banquete de la amistad. Donde Gema, Rodrigo y Alejandro también participaban. Mágico y sorprendente, este momento. Y así, atentos al movimiento singular de cada rostro, cada uno nos dispusimos, como espejos, a aprender del otro. ¡Qué maravilla! La mesa estaba llena de presencias que alimentaban las ganas de vivir, de conversar y ser, dejando serena el alma. El brindis fundió, generoso, las manos que alzaban las copas llenas de ilusiones y de palabras por estrenar.
El café, ese momento solemne y sencillo de la tarde, nos invitó a hablar de todo lo que nos preocupa marcando ese Kairós que despeja el tiempo de la prisa.
Los encuentros siguieron con la “cartonera” comarca mínima de Mariángeles Pérez, que me llenaban de admiración. Cuanta infinitud en estos momentos sencillos.
Llegó la noche y la luz de los edificios abrazaron los reflejos de otras miradas, de otras sorpresas de corazón abierto, con María Sáiz y sus escritos.
Todo se mantenía en el temblor de cada historia, de cada instante vivido, volviendo a sentir, otra vez, ese vibrar de las páginas de En el alfabeto del tiempo donde la vida se volvió regalo, ser incertidumbre, que marcó los silencios del Kairós.